El zorongo fue un baile americano de negros, de gran éxito en teatros, escuelas de baile, festejos y veladas durante la época romántica que ha caído en desuso. Sin embargo, comenzaron a cultivarlo los gitanos al principio del siglo XX, de manera que se ha convertido en un palo propio del repertorio de muchos bailaores y guitarristas. Se realiza en tonos modales con una primera parte libre y un estribillo adscrito a los tiempos de la bulería.
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Palos del Flamenco
Sumérgete en la riqueza y la diversidad del flamenco a través de los distintos palos, cada uno con su propio carácter y estilo. Desde el fandango, con su ritmo alegre y contagioso que invita al movimiento y la celebración, hasta las bulerías, con su energía vibrante y sus improvisaciones llenas de pasión y vitalidad, el flamenco ofrece un abanico de emociones y expresiones que cautivan los corazones de quienes lo escuchan y lo presencian.
En este vasto universo de expresión artística, cada persona encuentra su conexión personal con un palo particular, aquel que resuena más profundamente con su propia experiencia y sensibilidad. Déjate llevar por el ritmo apasionado y la emotividad del flamenco, y encuentra aquí el palo que más te llegue al corazón.
Zorongo
Zarabanda
Se trata de otro cante abandolao que fue grabado por primera vez por El Niño del Genil en 1911, aunque destacó en su interpretación la Rubia de las Perlas. Es otro estilo casi en desuso.
Zapateados
Es un palo que no se canta. Hoy día sólo se baila y se toca. Es una especie de mezcla entre el esquema melódico de las alegrías y el rítmico de los tanguillos.
Zángano de Puente Genil
Es un estilo de fandango abandolao procedente de una antigua modalidad folclórica de la zona, de la que toma su nombre. Ha sido un cante muy difundido en los últimos tiempos por Fosforito.
Zambra
Con el nombre de Zambra se denominaba antiguamente tanto al lugar donde se desarrollaban como a los espectáculos del Sacromonte. Lo que hoy se conserva de ella es un baile integrado a su vez por otros tres: la alboreá, la cachucha y la mosca, que simbolizan diferentes momentos de una boda gitana. Se acompaña por un cante y un toque monótonos, lo que demuestra que se trata de un palo con una evidente raíz folclórica. En los últimos tiempos Manolo Caracol hizo célebre un estilo muy personal al que llamó zambra, pero que nada tiene que ver con ésta. Algunos de los títulos más difundidos de la versión caracolera son “La salvaora” y “La Niña del fuego”.
Vidalita
Cante de los llamados de ida y vuelta que guarda un gran parecido con la milonga hasta el punto en que algunos expertos no hacen distinciones entre ambos. Su creación se atribuye al Niño Escacena, que varió ciertos matices melódicos de la milonga durante la época de la ópera flamenca.
Verdiales
Su nombre viene de Los Verdiales, una comarca olivarera malagueña donde se cultiva la aceituna verdial. Es una copla de cinco versos octosílabos que suele repetir el primero de ellos en tercer lugar y en ocasiones de cuatro versos con repetición del primero en tercer lugar y del último dos veces. Es el prototipo del fandango campesino, con letras sencillas y alegres, con ritmo monótono que pone en evidencia su origen primitivo. Se suele interpretar en las llamadas “pandas”, donde además de guitarras hay laúdes, bandurrias, panderetas, castañuelas. Se trata de un cante bailable de ascendencia morisca que no ha terminado de aflamencarse hasta la fecha, manteniendo claramente todas sus raíces folclóricas.
Trilla
Cante campero procedente del folclore andaluz, que se hacía durante el trabajo de trilla en las gañanías andaluzas al son del cascabeleo de los mulos. Hay quien piensa que no es un cante exclusivamente andaluz, si bien su similitud con la toná podría contradecir esta teoría. Están muy extendidos por la zona de Jerez y uno de sus mayores intérpretes fue Bernardo el de los Lobitos. Actualmente Fernando de la Morena lo incluye con frecuencia en su repertorio.
Tonás
Cante con coplas de cuatro versos octosílabos, el segundo y el cuarto con rima asonante, que se suele rematar con un terceto imperfecto. Para casi todos los expertos es el cante madre del flamenco, de él parten todos los demás. Su origen es incierto, aunque podría tener su antecedente en los romances o corridos gitanos que interpretaban El Planeta, el Tío Rivas. Podría fecharse su nacimiento en torno a 1770 tanto en Jerez como en Triana. Es un cante sin acompañamiento musical que engloba de forma genérica a los martinetes, deblas y carceleras. Muchas tonás han pasado a la historia con un nombre propio gracias, sobre todo, a los escritos de Ricardo Molina y Antonio Mairena, que no se ajustan demasiado al rigor. Aún así, ellos hablan de toná liviana de Tío Luis de la Juliana, toná del Cristo, toná de los pajaritos, toná del Tío Luis el Cautivo, toná de Blas Barca, toná del Tío Rivas, toná del Cuadrillero, toná liviana de Curro Pabla, toná liviana de Juan el Cagón, toná liviana de Tía Sarvaora, toná de La Junquera, toná de Juanelo, toná de Perico Frascola.
Tientos
Cante con copla de tres o cuatro versos octosílabos que pertenece a la familia de los tangos, de quien toma el compás aunque a ritmo ralentizado. Es de creación reciente, probablemente de principios del siglo XX. Su primer gran intérprete fue Diego el Marrurro, aunque hay referencias también de un gran aficionado de Jerez llamado Pepe el Gallo. Sin embargo, el gran difusor de este palo es Antonio Chacón y no, como se ha escrito en muchas ocasiones, Manuel Torre. Actualmente se trata de un estilo con gran vigencia que interpretan casi todos los cantaores.
Temporeras
Cante campero procedente del folclore andaluz, que se hacía durante la época de la recogida en las tierras andaluzas. Se cree que no es un cante exclusivamente andaluz, aunque su similitud con la toná contradice esta teoría. Es un cante propio de la provincia cordobesa y guarda gran parecido con la trillera, la arriera y la aceitunera.
Taranto
Cante similar a la taranta, que se diferencia de ella en su necesidad de sujetarse al compás. Al contrario de lo que se podría pensar, nació después que la citada taranta en tierras de Almería y luego se proyectó a otros lugares. Entre sus padres siempre se sitúa al Rojo el Alpargatero y a Chilares, que podrían haber adaptado la antigua taranta para convertirla en un estilo bailable, si bien la danza de este nombre se le atribuye a la catalana Carmen Amaya allá por los años 40.
Taranta
Cante con copla de cuatro o cinco versos octosílabos, que al cantarla se repite uno de ellos. Pertenece al grupo de los cantes de Levante y dentro de él, a los llamados cantes de las Minas. Su origen está atribuido a Antonio Graus Mora, “El Rojo el Alpargatero”, que probablemente se apoyaría en algún fandango almeriense. Se interpreta de forma libre en cuanto a la medida de sus tercios y se acompaña a la guitarra en Fa sostenido. Tras su nacimiento en Almería, este cante se extendió por otras zonas, como Linares y otras localidades mineras de Jaén y la provincia de Murcia, sobre todo La Unión. Es el tronco del que salen el resto de los cantes mineros.
Tanguillos
Cante con copla que admite cualquier métrica. Es genuinamente gaditano, por lo que también es conocido como tanguillo de Cádiz. Sus letras son casi siempre festeras, jocosas e intrascendentes y se suele interpretar mucho en carnaval. Su tiempo, más rápido que el del tango, lo emparenta con éste en lo relativo al flamenco, donde han destacado en su ejecución Pericón y Chano Lobato.
Tangos
Cante con copla de tres o cuatro versos octosílabos. Considerado uno de los estilos básicos del flamenco, el tango tiene variadas modalidades, entre las que destacan las de Cádiz, Triana, Jerez y Málaga. Todas las teorías apuntan a que la cuna del tango han de repartírsela entre Cádiz y Sevilla, descartándose toda relación con el tango argentino. Es posible que procedan de antiguos cantos bailables del siglo XIX y que poco a poco se fueran configurando en lo que hoy conocemos como tal, un cante ejecutado a 4/4 en todas las tonalidades posibles. Por ejemplo, los del Titi de Triana se hacen en tonos menores, los de Cádiz se acompañan en tonos modales, y los de Málaga o del Piyayo en tonos mayores. También hay una modalidad en Granada que se realiza por arriba a un ritmo más lento. Sus primeros intérpretes conocidos fueron El Mellizo y Aurelio Sellés en Cádiz, Pastora Pavón y el Titi en Sevilla, Frijones y el Mojama en Jerez, y La Pirula, la Repompa y el Piyayo en Málaga.
Soleá
Cante con copla de tres o cuatro versos octosílabos con rima consonante o asonante. Su origen puede estar en el siglo XIX, como cante que acompañaba a un baile llamado jaleo. Sin embargo, poco a poco se fue convirtiendo en un cante con entidad propia. La primera referencia que se tiene de este estilo es la de la Andonda, cantaora de Triana que ha pasado a la historia por este menester. De esto se deduce que la soleá es un cante de origen trianero. Sin embargo, su expansión es rápida. Una gitana llamada la Paula se marcha con toda su familia a Alcalá de Guadaira, fundando allí la saga de los Gordos. Toda esta gente traía el cante por soleá desde Triana, pero en la tierra de la Virgen del Águila amasó un nuevo estilo autóctono que perdura hasta nuestros días y del que su mayor representante, según Antonio Mairena, es Joaquín el de la Paula, aunque es obligatorio hablar también de Juan Talega y Manolito de María. De una forma parecida la soleá llega también a Jerez, donde Antonio Frijones crea otro estilo propio, y a Cádiz, donde la riqueza solearera obligaría a mencionar a infinidad de artistas, entre los que destacan el Mellizo, Paquirri el Guanté y Curro Durse. Un caso aparte es el de Utrera. Hasta esta gitanísima localidad sevillana llega una jerezana llamada Mercé la Serneta para casarse con el padre de los Álvarez Quintero en segundas nupcias. Allí esta gitana desarrolla su cante por soleá y de ella toman la referencia Rosario la del Colorao y los Perrate, que acaban creando estilo en la localidad. Es el mismo proceder que el de Lebrija, a donde llega el jerezano Juaniquín con otra modalidad muy remarcada. Otras localidades con soleá propia son Marchena: la de la Tía Gilica- y Córdoba: Onofre, que toma la referencia del estilo trianero de Ramón el Ollero-. Es uno de los palos más ricos del flamenco en la actualidad, se ejecuta a ¾ y se puede acompañar a la guitarra en tonos modales tanto por arriba como por medio.
Sevillanas
Cante estructurado en una copla similar a la clásica seguidilla castellana, es decir, la formada por cuatro o siete versos de los cuales son en ambos casos heptasílabos y libres el primero y el tercero y pentasílabos y asonantes los otros dos. Las Sevillanas, son el arquetipo de la canción folclórica y tuvo siempre la finalidad de acompañar al baile. Se compone de cuatro coplas, cada una de las cuales tiene una coreografía diferente. Dentro de las Sevillanas hay clasificaciones: boleras, corraleras, bíblicas, marineras, rocieras, litúrgicas, de feria, de escuchar… La Niña de los Peines tiene interesantes grabaciones sobre los estilos antiguos, mientras que los Hermanos Toronjo y los Hermanos Reyes pueden ser considerados como los impulsores de este estilo.
Serranas
El cante por serranas no ha podido ser localizado geográficamente por los expertos aún. Muchos piensan que procede de Córdoba, pero esto no es más que una hipótesis. Se trata de una copla de cuatro versos de rima par, el primero y el tercero heptasílabos y el segundo y el cuarto pentasílabos. Está absolutamente emparentado con la seguiriya, ya que sigue su misma estructura rítmica, aunque el acompañamiento de guitarra se hace por arriba, en tono de mi, en lugar de por medio. Se sabe que uno de sus primeros intérpretes fue Silverio Franconetti y, posteriormente, el Mochuelo, el Tenazas y el onubense Antonio Rengel. Sus letras suelen hacer referencia al bandolerismo, de ahí el nombre de serrana, por eso no es de extrañar que este cante ya se hiciera en el siglo XIX. Su estructura es muy rígida, ya que se comienza con un temple por liviana, se ejecuta toda la serrana en sí y, finalmente, se remata de diversas maneras: la más extendida es la seguiriya de María Borrico, pero también se hace con el macho de Pepe de la Matrona o incluso con un cante abandolao.
Seguiriyas
Cante normalmentecompuesto por cuatro versos, los dos primeros y el último hexasílabos y el tercero endecasílabo dividido en hemistiquios de cinco y seis sílabas. También los hay de tres versos. Su origen, aunque incierto, hay que fecharlo en la génesis propia del flamenco, pues se tiene constancia de que se cantaba ya en el siglo XVIII, aunque, indudablemente, aquella seguiriya primigenia de la que se nos habla en numerosos escritos poco tendría que ver con la que hoy conocemos. Es por antonomasia el cante de la pena y presenta una variedad estilística extensísima. La acentuación de su compás ha llevado a muchos a la confusión, pensando que se trataba de un compás de amalgama. En realidad es un 12/8 en el que los silencios juegan un papel importante. Se acompaña siempre por medio en tonos modales, aunque ciertos estilos personales presentan leves apoyos en acordes mayores, siendo conocidos estos tercios como “acabalados”, por su similitud con la cabal. Su principal núcleo de creación es Jerez de la Frontera, de donde son naturales Paco la Luz, Manuel Molina, el Loco Mateo, María Borrico, Juanichi el Manijero o Joaquín Lacherna. Sin embargo, también es lícito enclavar este cante en Cádiz: el Mellizo, Enrique el Gordo, Curro Durse- y Sevilla: Caganchos, Pelaos, Frasco el Colorao-.
Saetas
Este cantese realiza en toda Andalucía durante las procesiones de Semana Santa. En realidad no se trata de un estilo independiente y sólido, sino que, empleando una letra alusiva a la pasión de Cristo, se ejecuta un cante del grupo de las tonás: seguiriya, martinete, debla, carcelera- y se ornamenta con una mayor cantidad de melismas, aunque el esquema principal de la melodía permanece intacto. La palabra saeta procede de los primeros cánticos que hacían los hermanos del Pecado Mortal y los de la Aurora allá por el siglo XVIII, pero como cante popular nace alrededor de 1840, destacando la vieja cordobesa, la cuartelera de Puente Genil o la samaritana de Castro del Río. Pudo haber sido Enrique el Mellizo quien cantara por primera vez ante una imagen procesional en el gaditano barrio de Santa María, pero de ello no se tiene constancia escrita alguna. Lo que sí es cierto es que unos años más tarde la saeta alcanzaría su esplendor en las voces de El Gloria, Manuel Centeno, Manuel Torre, La Niña de los Peines, Manuel Vallejo y, sobre todo, la Niña de la Alfalfa.
Rumbas
Cante de origen folclórico con copla de cuatro versos generalmente hexasílabos. Es de procedencia hispanoamericana y se popularizó en Andalucía en la época de los espectáculos de variedades, momento en el que los cantaores flamencos la adaptan a los tiempos del tango. Una de las primeras en grabar la rumba fue La Niña de los Peines. Posteriormente han surgido otras dos escuelas de este palo, una en Cataluña: rumba catalana- y otra en Madrid: Caño Roto-. El Pescaílla y Peret son los principales representanes de este estilo en Barcelona, mientras que Manzanita es el más conocido rumbero de la capital de España.
Rosas
Cante con copla de cuatro versos octosílabos con rima asonte en los pares. Pertenece a la familia de las cantiñas y pudo haber nacido en Sanlúcar de Barrameda. Se trata de un cante con estribillo muy parecido a las alegrías que actualmente está casi en desuso. Fosforito lo grabó en varias ocasiones.
Rondeñas
Su nombre procede no se sabe si de la ciudad de Ronda o de “ir a rondar”. Copla de cuatro versos octosílabos generalmente con rima consonante, que se convierten en cinco por repetición del segundo. Es un fandango abandolao muy antiguo y con una melodía muy marcada que se utiliza en muchas ocasiones para rematar la malagueña. Se puede hacer una distinción entre rondeña grande y chica, pues hay dos estilos que nada tienen que ver el uno con el otro, si bien ambos siguen la misma estructura métrica.
Romeras
Cante con copla de cuatro versos octosílabos casi siempre con rima asonante en los pares. Es una cantiña propia para bailar que tuvo su origen en Sanlúcar de Barrameda de manos de Romero el Tito. Se baila de forma parecida a las alegrías, pues tiene el mismo compás, pero se diferencia de ellas en la melodía.
Romance
Véase corrido gitano/ En los últimos tiempos Antonio Mairena llamó romances a unos cantes por bulerías al golpe acompañados a la guitarra por arriba que seguían siempre la misma estructura melódica y que, según el citado cantaor, interpretaban antiguamente los Mellizos y el Chiclanita, entre otros.
Roas
Cante de origen gitano en el que un grupo de hombres y mujeres dispuestos en una rueda celebran un ritual con resonancias religiosas. La rueda se pone en movimiento siguiendo el ritmo de los panderos y del cante. Es eminentemente folclórico, muy emparentado con la zambra.
Praviana
Cante de carácter aflamencado con procedencia no andaluza, concretamente asturiana, que se estructura sobre una estrofa de seis versos octosílabos y rima consonante en los dos primeros (suelen ser repetidos), y en el tercero y el cuarto (también repetidos), que a su vez riman en asonante con el sexto. El quinto queda libre. Por su citada procedencia no es posible hablar de que la praviana sea un palo jondo en toda esencia. Algunos flamencólogos la han relacionado con los antiguos pregones de caramelos de Gabriel Macandé, pero esto no se ha podido demostrar. Lo cierto es que los pocos artistas flamencos que la han grabado marcan una clara diferencia con el canto norteño, añadiéndole una línea melódica más adornada que la del estilo folclórico, a excepción hecha del leonés Manuel Tejuela. Es el caso, por ejemplo, del Cojo Luque, El Mochuelo, María la Talegona y, sobre todo, el Niño de la Rosa Fina de Casares, de quien se conserva la mejor versión.
Polo
Cante con letra de cuatro versos octosílabos, que riman el segundo y el cuarto Presenta numerosas afinidades musicales con la caña y surge como estilo flamenco a principios del siglo XIX, si bien con el nombre de polo también existían anteriormente unas canciones folclóricas bailables con acompañamiento de vihuelas, panderetas y laúdes. Su invención se atribuye al rondeño Tobalo, aunque muchos expertos no están en absoluto de acuerdo con esta premisa. Actualmente es un cante no muy usual, que comienza con un “ayeo” que sirve de temple y se suele rematar con la llamada soleá apolá de Triana, pues el polo pertenece a la familia solearera. Se trata de un cante algo más libre que la caña en cuanto a las posibilidades de improvisación del cantaor, pero lleva un compás muy remarcado de ¾ Entre los primeros cantaores que la literatura cita como grandes maestros de este estilo están Tobalo, El Planeta, El Fillo, Curro Durse, Antonio Chacón, Pepe el de la Matrona, Antonio Mairena y Fosforito.
Piñanera
No tiene mucha entidad como palo autónomo, pues no es más que una versión de taranta creada por el murciano Antonio Piñana, que sólo ha sido practicada por él.
Petenera
Cante con copla de cuatro versos octosílabos que al cantarse se convierten generalmente en seis por repetición de uno de ellos y el añadido de otro ajeno a la copla. Es uno de los palos más curiosos del flamenco. Su historia es incierta, aunque hay consenso acerca de que su nombre procede de una cantaora nacida en Paterna de Rivera (Cádiz), conocida como La Petenera. Está adscrita a una cierta superstición, ya que sus primeras letras versaban sobre entierros y funerales, y la mayoría de los gitanos sigue sin aceptarla. Es un cante antiquísimo, incluso procedente de las llamadas plañideras, pero su aflamencamiento no se produce hasta finales del siglo XIX, cuando Medina el Viejo crea la hoy llamada petenera chica. Posteriormente, La Niña de los Peines gesta una versión más ornamentada y de difícil ejecución que hoy se conoce como petenera grande. Se acompaña por arriba y su compás es relativamente libre, porque en algunas partes se sujeta a un 6/8.
Nanas
Es un cante que no se ajusta a ningún compás concreto, sino que suele tomar prestada bien la estructura de la toná, bien incluso la de la bulería por soleá. Se empleaba para dormir a los niños.
Murciana
Cante con copla de cuatro o cinco versos octosílabos que pertenece al grupo de Levante. Su origen no está claro porque la discografía es tan confusa que ha catalogado como murciana a cantes diametralmente opuestos. Aunque es un estilo de la zona de Cartagena, tiene un importante reflejo en Almería, donde José Sorroche lo interpreta con maestría.
Mirabrás
Cante de origen gaditano con copla de cuatro versos irregulares. Es una cantiña que probablemente nació en Sanlúcar de Barrameda. Exige del artista grandes facultades porque hay importantes cambios de tono y de octava y ha de ceñirse mucho al compás al tratarse de un estilo bailable. Sus letras suelen recordar las tareas de los vendedores ambulantes y de los mercados. Se atribuye a un antiguo cantaor llamado Tío José el Granaíno, también conocido como el de Sanlúcar.
Minera
Cante con copla de cuatro o cinco versos octosílabos que pertenece al grupo de Levante, y dentro de éste, a los estilos de las minas. Se trata de una modalidad muy remarcada de taranta que se generó en la sierra murciana de La Unión, aunque su creador fue el almeriense El Rojo el Alpargatero, quien la legó a su hijo para que se perpetuara en la historia. En realidad apenas presenta diferencias con la taranta, salvo determinados matices melódicos muy remarcados. Sus principales intérpretes son Pencho Cros, Antonio Piñana, Encarnación Fernández, Fosforito y José Sorroche.
Milonga
Según la mayoría de los expertos, este cante procede del folclore argentino, concretamente de una canción del Río de la Plata, por lo que se trata de un estilo de ida y vuelta. En Andalucía entró a través del puerto de Cádiz. Al parecer, Josefa Díaz, hija del torero Paco Oro, fue contratada por el jerezano Juan Junquera para hacer una gira por Argentina. A su vuelta Pepa Oro había adaptado la milonga ofreciéndola como número principal de su repertorio. Suele llevar ritmo de tanguillo y se ejecuta sobre tonos menores. Pepe Marchena fue también uno de sus principales artífices.
Media Granaína
Cante con copla de cinco versos octosílabos que riman generalmente en consonante primero, tercero y quinto, y que al cantarse se suelen en ocasiones convertir en seis por repetición de uno de los dos primeros. Es exactamente igual que la granaína, salvo que los tercios van más ligados y requiere mayor dificultad de interpretación, sobre todo en el remate, que es más alargado.
Martinete
Tiene su origen probablemente en las fraguas o herrerías. Cante con copla de cuatro versos octosílabos que se considera una modalidad de la toná, como la carcelera o la debla, diferenciándose de ellas tanto por las letras como por un determinado tipo de melodía que siempre remata en tonos mayores. Suele ser un estilo triste y no tiene acompañamiento de guitarra, como ocurre con todo el grupo de las tonás, aunque en este caso se suele arropar por la percusión de un mazo sobre un yunque.
Marianas
Es un cante del grupo de los tangos pero más ralentizado, como los tientos, que, según varios flamencólogos, procede de unos gitanos que le iban cantando a una cabra llamada Mariana. Se acompaña por arriba y uno de sus primeros intérpretes fue Bernardo de los Lobitos. Actualmente se ejecuta mucho una letra de Francisco Moreno Galván que hizo en público por primera vez Miguel Vargas.
Malagueña
Cante con copla de cuatro o cinco versos octosílabos con rima cruzada asonante o consignante, que generalmente se convierten en seis por repetición del primero o tercero. Tronco básico de los cantes de Levante y procedente de los antiguos fandangos malagueños. Se convierte en estilo flamenco en la primera mitad del siglo XIX. No es un cante para bailar y es muy rico desde el punto de vista melódico. Hay diversas modalidades de malagueñas en función de sus creadores, procedentes tanto de la provincia de Málaga, como de otras como Cádiz. Hay que destacar en este palo a Enrique El Mellizo, Antonio Chacón, LaTrini, El Pena, La Peñaranda, Baldomero Pacheco, El Personita o Gayarrito, entre otros muchos. Se acompaña a la guitarra por arriba y es un cante “ad libitum”. En muchas ocasiones se remata con un fandango abandolao.
Lorqueña
En realidad no se trata de un palo propiamente dicho, pues la lorqueña se apoya, por lo general, en la bulería. Lo que ocurre es que Federico García Lorca creó una serie de canciones aflamencadas interpretadas por primera vez por la Argentinita que han pasado a la historia como lorqueñas. Destacan el “Anda jaleo” o “En el café de Chinitas”, cantes que luego plasmarían La Niña de los Peines y, más recientemente, Carmen Linares.
Liviana
Cante con copla de cuatro versos, primero y tercero heptasílabos, segundo y cuarto pentasílabos, con rima en los pares. Es un cante por seguiriyas con algunos matices que recibe su nombre, en teoría, por ser más fácil de ejecutar que ésta. Se suele cantar poco y en la actualidad su uso se ha relegado a la preparación de la serrana, como copla de adaptación.
Levantica
Modalidad de taranta propia de Cartagena que tiene una caída a tonos menores. Ha sido interpretada, sobre todo, por Pencho Cros, Encarnación Fernández, Antonio Piñana y Juan Valderrama.
Jaleo
Es la bulería que se practica en Extremadura, con cadencias monótonas y ritmo bailable. Ha sido utilizada por muchos guitarristas para sus conciertos.
Jaberas
Cante con copla de cuatro versos octosílabos que pertenece al grupo de los fandangos abandolaos. Su nombre parece provenir de una vendedora de habas a la que se atribuye su creación: La Jabera. Se trata de un fandango que se acompaña por arriba y que exige grandes facultades en el artista que lo interpreta, pues dominan en él los arabescos y melismas y apenas hay lugar para la respiración. Es uno de los más antiguos estilos malagueños y sus principales intérpretes son Fosforito, Curro de Utrera, El Chocolate o Carmen Linares, entre otros.
Jabegotes
También conocido como cante de los marengos. Es un cante abandolao propio de las costas malagueñas, más concretamente de las jábegas marineras. Está casi en desuso.
Guajiras
Guajiro es la palabra española con la que se designa a los campesinos blancos de Cuba. Es por tanto, un cante de ida y vuelta procedente del folclore cubano, con copla de diez versos octosílabos o décima. Sus letras se refieren sobre todo a La Habana y a sus habitantes y su compás es el mismo que el de la bulería, aunque con distinta acentuación. Se ejecuta siempre sobre tonos mayores. Según muchos expertos este cante debería llamarse en realidad punto cubano, pues ya existía en Cuba con este nombre. Gran parte de su riqueza melódica se le debe a Pepe Marchena.
Granaína
Cante con copla de cinco versos octosílabos que riman generalmente en consonante primero, tercero y quinto, y que al cantarse se suelen en ocasiones convertir en seis por repetición de uno de los dos primeros. Es del grupo de los cantes de Levante y, como la malagueña, toma su estructura del fandango. La mayoría de los expertos atribuye su creación a don Antonio Chacón, que pudo basar su composición en la melodía de la malagueña y estuvo una larga temporada en Granada hacia 1890. Se canta de forma libre y se acompaña a la guitarra en Si debido a su alta tesitura. Grandes intérpretes de este estilo han sido Manuel Vallejo, Marchena, Enrique Morente o Naranjito de Triana.
Gilianas
Cante emparentado con la soleá que surge tras una derivación de los llamados corridos gitanos. Es un romance que cuenta una historia uniforme y monocorde, seguido a la guitarra con el mismo acompañamiento que la soleá. Este cante está prácticamente perdido, aunque recientemente ha sido grabado por Jesús Heredia.
Garrotín
Baile gitano de origen no andaluz pero practicado sobre todo en Sevilla. Posteriormente surge el cante. Se cree que procede de Asturias o del antiguo reino de León, donde se hacían las ‘garrotiadas’, y luego pasó por Cataluña, donde fue absorbido por los gitanos de la zona. Lo dio a conocer el bailaor Faíco, mientras que en lo relativo al cante hay que citar a la Niña de los Peines, que hizo una gran versión de este estilo. Tiene compás de tango y las letras suelen ser sencillas de contenido.
Galeras
Cante creado por Juan Peña el Lebrijano que tiene su base en la bulería. No ha sido acogido por más cantaores, por lo que casi no se puede hablar de que sea un palo autónomo. Sin embargo, sí es cierto que tiene matices diferenciados.
Farruca
Farruco era el nombre con el que los andaluces denominaban a los gallegos, que es de donde procede este cante, con copla de cuatro versos octosílabos que riman segundo y cuarto. La adaptación definitiva al flamenco se atribuye al Loli, aunque su gran impulso fue Manuel Torre. En la actualidad se puede escuchar la farruca en pocas ocasiones, salvo cuando se acompaña al baile, una danza creada por Faíco que sólo suelen interpretar los hombres. Se asienta en tonos menores y sigue el compás del tanguillo.
Fandangos de Lucena y Cabra
Se trata de una modalidad de fandango abandolao propia de estos pueblos cordobeses. En Lucena se conocen tres estilos distintos: el de Dolores de la Huerta, el de Rafael Rivas, y el de la Calle Rute. Asimismo, en Cabra hay que destacar que su creador y difusor fue Cayetano Muriel.
Fandangos de Huelva
Al parecer, el fandango onubense nace en Alosno, y desde allí se distribuye por el Andévalo, la Sierra y la capital. A partir de ahí se han podido estudiar una infinidad de estilos diferentes, destacando en su ejecución cuatro artistas puntales: José Rebollo, Paco Isidro, Antonio Rengel y Paco Toronjo. Entre los estilos más conocidos están los de Alosno, los choqueros, los de Almonaster, los de Santa Eulalia, los del Cerro del Andévalo, los de Encinasola, los de Calañas y los de Cabezas Rubias.
Fandangos de Frasquito Yerbagüena
Modalidad de fandango abandolao creada por el granadino Frasquito Yerbagüena que exige grandes facultades en los artistas debido a su alta tesitura y sus cambios melódicos. Actualmente se utiliza mucho para rematar el cante por malagueñas.
Fandangos
Para algunos teóricos, éste es el cante más primitivo que existe. Se estructura sobre un compás de 3/4 y tiene una gran variedad tonal. Son coplas de cinco versos octosílabos que se suelen convertir en seis por repetición de uno de ellos.
Al parecer, el fandango onubense nace en Alosno, y desde allí se distribuye por el Andévalo, la Sierra y la capital. A partir de ahí se han podido estudiar una infinidad de estilos diferentes, destacando en su ejecución cuatro artistas puntales: José Rebollo, Paco Isidro, Antonio Rengel y Paco Toronjo.
Entre los estilos más conocidos están los de Alosno, los choqueros, los de Almonaster, los de Santa Eulalia, los del Cerro del Andévalo, los de Encinasola, los de Calañas y los de Cabezas Rubias.
Debla
En caló significa Diosa. Parte del tronco de la toná, por lo que es un cante sin guitarra. Su melodía requiere una ornamentación melismática más abrupta que la de los demás cantes del grupo. Hay múltiples teorías sobre los orígenes que la debla. La más antigua de ellas afirma que es una creación de un cantaor llamado Blas Barea, pues al final de las coplas siempre se decía “deblica barea”. Sin embargo, se cree que esta versión desapareció y lo que hoy conocemos como debla es un cante que Tomás Pavón rescató de la cava de los gitanos de Triana, algo que le llevó a enemistarse con otros cantaores de su etnia, como Juan Talega.
Corrido gitano
Llamado también corrida. Es un cante sin acompañamiento musical, como las tonás, procedentes de los romances populares andaluces, por lo que muchos estudiosos lo han catalogado como el más antiguo de los palos flamencos y padre de las citadas tonás. En “La gitanilla” de Cervantes ya se hace mención a este estilo, por lo que según Blas Vega, “los romances permanecían ya en el alma popular a lo largo de todo el siglo XV”. Estos cantos seguidos y monorrimos no son aceptados por la clase alta, de manera que se desperdigan entre la gente del pueblo llano, surgiendo los romances plebeyos. En este ambiente surgen el Romance de Gerineldos, el del Ciego la Peña y el de La Princesa Colinda, que podrían tener ascendencia morisca, pues según las explicaciones de Washington Irving, “son tonadas rudas sencillas de escasas inflexiones. Las cantan en alta voz con largas y pronunciadas cadencias”. Han pasado a la historia como cultivadores de este estilo El Planeta, Chiclanita, El Negro: -Romance de la Monja-, El Chozas, Pepe de la Matrona y Agujetas el Viejo.
Colombiana
Cante con giros procedentes del folclore hispanoamericano gestado por José Tejada Martín, Pepe Marchena, que además de su creador ha sido su principal intérprete. Marchena inventó este cante junto a Hilario Montes tomando como base la rumba española y lo hizo por primera vez en público en compañía del cantaor madrileño Niño de la Flor. La copla es de seis versos octosílabos, de los que el artista suele repetir los dos primeros a modo de estribillo. En opinión de José Blas Vega al estudiar los estilos de ida y vuelta “hacia 1930 aparece también un nuevo estilo, la colombiana, motivada más por una canción que por el influjo folclórico que pueda venir de Colombia”.
Chuflas
Véase bulerías. La única diferencia con éstas está en la comicidad de las letras.
Cartagenera
Cante de cuatro o cinco versos octosílabos que pertenece al grupo de los de Levante, y dentro de éste, a los de las minas. Su origen podría estar en un antiguo fandango folklórico de Cartagena, aunque también hay dos teorías que difieren de esta última. La primera de ellas es la que atribuye el cante a Concha la Peñaranda, también conocida como la Cartagenera. Sin embargo, muchos expertos creen que el padre de este estilo es el Rojo el Alpargatero, por lo que en este caso el cante sería de procedencia almeriense. Actualmente existen dos tipos de cartagenera: la clásica, que parte de tonos menores, y la de Chacón, de complejísima melodía.
Carceleras
Cante con copla de cuatro versos octosílabos entroncado en el grupo de las tonás. Tiene un gran parecido con el martinete hasta tanto en que sólo se diferencia de éste por las letras, que en el caso de la carcelera siempre hacen alusión a las prisiones, los trabajos forzados, a los condenados.
Caracoles
Cante cuya copla consiste en una serie de estrofas, con versos de diferentes medidas. Pertenece al grupo de las cantiñas y melódicamente está muy próximo a las alegrías y, en algunos tercios, al mirabrás. Apenas deja lugar a la improvisación, ya que al contrario que con otras cantiñas, en los caracoles la letra cuenta una historia larga, por lo que no se pueden ir entremezclando estrofas según se le vayan ocurriendo al cantaor. Su origen etimológico radica en que probablemente este cante lo creó alguien para pregonar caracoles José Blas Vega se lo atribuye a Tío José el Granaíno.
Caña
Cante con copla de cuatro versos octosílabos que riman en el segundo y el cuarto. Se trata de un estilo largo emparentado con la soleá que se remata con un macho de difícil ejecución. Se caracteriza por la presencia de unos “ayes” al final de cada copla y algunos teóricos lo consideran como tronco de muchos cantes. Actualmente es un palo que se ha resumido al baile creado por Carmen Amaya en los años 30. En cuanto a las letras, hay muy poca variedad y la frase “arsa y viva Ronda” puede dar un dato importante sobre su procedencia. Se acompaña a la guitarra con compás de soleá por arriba.
Cantiñas
Nombre genérico que agrupa a los caracoles, mirabrás, romeras y alegrías. Este cante es natural de Cádiz y los puertos de su Bahía, aunque también existen estilos, como el del Pinini, asentados en localidades como Utrera y Lebrija. Son coplas generalmente cortas y supuestamente emparentadas con la antigua jota de Cádiz. Se ejecutan al mismo compás que las bulerías o la soleá pero melódicamente se estructura sobre tonos mayores.
Canasteras
Este cante es una creación de Camarón de la Isla y Paco de Lucía. Tomando la estructura de los fandangos, los dos genios gaditanos hicieron una versión claramente diferenciada que no se ha vuelto a escuchar tras la muerte del isleño. No obstante, en una de las dos grabaciones que hicieron de este cante, está etiquetado como alboreá.
Campanilleros
Cante con copla de seis versos asonantados, siendo el primero, tercero y quinto decasílabos, y el segundo y cuarto dodecasílabos. Es un cante de origen popular que se hacía durante el llamado Rosario de la Aurora. Pero su transformación al flamenco tiene un momento claro. El jerezano Manuel Torre escuchó ese cante en una fiesta de Andrés Martínez de León al galeno onubense Jesús Centeno. El cantaor se quedó con la copla y una noche en El Fontanal (Sevilla), junto al Niño Ricardo, el torero Niño de Palma, el Gloria y Rebollo pidió al guitarrista que pusiera la cejilla al tres y recordando lo que había escuchado en la fiesta, interpretó la versión que hoy se conoce como flamenca. Otros grandes ejecutantes de este cante navideño fueron La Niña de la Puebla y Juan Varea.
Cabales
Cante del grupo de la seguiriya con coplas de cuatro versos octosílabos. Se atribuye su creación a El Fillo, que pudo haberle puesto el nombre después de que un señorito le pagara tan poco por hacer el cante que el artista le respondió: “yo he cantao por cabales y esto no es cabal”. Se diferencia de la seguiriya por su entonación, ya que se realiza sobre tonos mayores. Los estilos más conocidos son los de Silverio y El Pena.
Bulerías
Cante con copla, por lo general, de tres o cuatro versos octosílabos, de carácter festero y bullicioso cuya procedencia etimológica podría estar en la palabra burla, y de ahí “burlería”.
Está datado a finales del siglo XIX y nace de la soleá, palo del que toma el compás para aumentarle el ritmo. Dentro de este cante se pueden distinguir dos variantes: las bulerías para bailar, que presentan una gran multitud de estilos, y las bulerías al golpe, creadas más para escuchar y también llamadas bulerías por soleá, palo que para algunos expertos es anterior a la propia bulería.
Muchos atribuyen su creación al Loco Mateo y al Gloria, que bien pudieron ser los padres de la bulería por soleá, pero los grandes impulsores de este cante fueron los sevillanos Manuel Vallejo y La Niña de los Peines.
No obstante, la bulería cuenta con variadísimos estilos, como los de Cádiz : en tonos mayores-, los de Jerez : tonos modales- o los cuplés : tonos menores-, siendo estas variantes magistralmente interpretadas por la Perla de Cádiz, Terremoto de Jerez y la Fernanda de Utrera, respectivamente.
Bandolás
Modalidad de fandango abandolao propia de la sierra de Málaga y una de las más antiguas que se conocen. Su nombre podría proceder del del instrumento con el que se acompañaba, la bandolina, o de sus letras referentes a bandoleros.
Bamberas
También conocido como “cante del columpio”, por sus pronunciados vaivenes melódicos. Es un cante con copla de cuatro versos octosílabos. Su procedencia es claramente folclórica y es uno de los más claros ejemplos de aflamencamiento que existen, pues fue la Niña de los Peines quien le dio la forma que tiene actualmente. En realidad Pastora recogió varias letras de estas canciones populares y les dio carácter flamenco ajustándolas al compás de fandangos, y no al de soleá, como se ha escrito en muchas ocasiones. Fueron Naranjito de Triana y Paco de Lucía quienes cambiaron el concepto de este cante y respetando la melodía de Pastora cambiaron los tiempos a los de la soleá por bulerías. Hoy día es éste el compás al que se ejecuta y se acompaña por arriba siendo su remate en tonos menores.
Arrieras
Cante campero procedente del folclore andaluz, que se hacía durante el trabajo de trilla en las gañanías andaluzas al son del cascabeleo de los mulos. Hay quien piensa que no es un cante exclusivamente andaluz, si bien su similitud con la toná, ya que tampoco lleva acompañamiento musical, podría contradecir esta teoría. Están muy extendidos por la zona de Jerez y guarda gran parecido con la trillera y la aceitunera.
Alegrías
Cante con copla de cuatro versos octosílabos que pertenece al grupo de las cantiñas. Nació como cante bailable y está formado por una sucesión de coplas entre las que se suelen intercalar los llamados juguetillos. Es un estilo eminentemente gaditano aunque se localiza una versión muy peculiar en Córdoba. Está emparentado con la antigua jota de Cádiz. El baile es de difícil ejecución y se caracteriza por tener unas escobillas muy remarcadas y una parte sosegada llamada “silencio”. En él se vocaliza el tradicional “tirititrán”, que según Chano Lobato fue inventado por Ignacio Espeleta durante una fiesta en la que se le olvidaron las letras. Como grandes intérpretes de este género la historia ha dejado a Aurelio Sellés, Pericón de Cádiz, Fosforito, la Perla o Camarón.
Alboreá
Cante de procedencia gitana, con copla de cuatro versos hexasílabos y un estribillo. Es uno de los estilos mayor guardados por esta etnia, aunque en los últimos tiempos, cantaores como Rafael Romero “El Gallina” y Joselero de Morón no han dudado en interpretarlo. La razón de este celo de los gitanos se debe a que es una melodía propia de sus ritos nupciales y sus letras más divulgadas hacen referencia a la virginidad de la novia. Se suele adaptar a los tiempos de la soleá por bulerías. Predominan en Sevilla y Cádiz, pero también se dan en toda Andalucía y algunas zonas de Extremadura.
Aceituneras
Cante campero procedente del folclore andaluz, que se hacía durante la época de la recogida de la aceituna. Se cree que no es un cante exclusivamente andaluz, aunque su similitud con la toná contradice esta teoría. Es un cante propio de la provincia de Jaén y guarda gran parecido con la temporera, la trillera y la arriera.
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